Comentario
El 6 de junio de 1944, a mediodía, Winston Churchill habló a los comunes. Después de haber exasperado la paciencia de los diputados durante más de veinte minutos narrando las distintas fases de la conquista de Roma acaecida algunos días antes, se decidió pasar, finalmente, al tema del día:
"Tengo que anunciar también a la Cámara que durante la noche y las primeras horas de esta mañana ha dado comienzo el primero de una serie de desembarcos de nuestras fuerzas en el continente europeo. En esta ocasión, el ataque liberador ha tenido lugar sobre la costa francesa. Una inmensa flota, formada por más de 4.000 barcos junto con varios miles de unidades menores, ha atravesado la mancha. Masivos lanzamientos de paracaidistas han tenido lugar con éxito detrás de las líneas enemigas, mientras que los desembarcos en las playas se están produciendo en este preciso momento en distintos puntos de la costa de Normandía.
Las baterías costeras han sido reducidas, en gran parte, al silencio. Los obstáculos que se presentaron en el mar han sido menos difíciles de superar que lo que se temía. Las unidades angloamericanas están apoyadas por casi 11.000 aviones de primera línea, los cuales pueden intervenir según las necesidades de la batalla.
No es posible, naturalmente, detenerme en los detalles de la batalla. Las noticias llegan casi sin interrupción. Hasta este momento, los comandantes de las unidades implicadas comunican que todo se desarrolla según los planes previstos. ¡Y qué planes! Esta gigantesca operación es, sin duda, la más compleja y difícil que jamás ha tenido lugar. Ha obligado a tener en cuenta las mareas, los vientos, el estado del mar, la visibilidad en el mar y en el aire; ha impuesto que la utilización simultánea de las fuerzas de tierra, de aire y de mar se realice en la más absoluta colaboración en presencia de condiciones que no se podían, y de hecho no se pueden, prever.
Hay motivos para esperar que la sorpresa táctica se realice efectivamente; contamos con obsequiar al enemigo con una serie de sorpresas a lo largo de la campaña. La batalla que ha comenzado aumentará continuamente en amplitud y en intensidad durante las primeras semanas; por mi parte no intentaré hacer previsiones sobre su desarrollo. Puedo decirles también que entre las fuerzas aliadas hay un total espíritu de unidad; hay una sola hermandad de armas entre nosotros y nuestros amigos americanos; hay una completa confianza en el Comandante Supremo, el general Eisenhower, y sus lugartenientes, así como en el comandante supremo de la expedición, el general Montgomery. El entusiasmo y el coraje de las tropas que se han embarcado durante estos días son, como he podido constatar, magníficos. Nada de lo que la experiencia, la ciencia y la prudencia puedan sugerir se ha olvidado; todas las operaciones ajenas a la apertura de esta gran frente se realizarán con la máxima decisión tanto por parte de los jefes militares como por parte de los gobiernos de los Estados Unidos y de Gran Bretaña, de los que dependen".